Cada uno en su casa y Dios en la de todos, dice el viejo refrán castellano. Cervantes virtual aclara que conviene que la familia, entendida en un sentido amplio, disponga del espacio suficiente para tener cada cual su intimidad y, de ese modo, evitar males. Por eso he pensado hoy en ello. He pensado en mi casa. Y he desplegado la idea que yo tengo de casa, de mi casa. Claro está que mi casa es mi domicilio, así lo entiende Correos, así lo sabe la Agencia Tributaria, así lo saben los que me conocen. Mi casa es mi cuenta corriente, donde hay mucho espacio libre, por cierto. Mi casa es mi correo electrónico y mi blog, los medios que utilizo para lanzar al aire algunas cosas. Mi casa es mi mujer, con quien vuelvo cada tarde. Mi casa son mis hijas, que dan sentido a tantas cosas. Mi casa es mi familia, son mi patria (la patria es la tierra del padre -por lo que la matria debería ser la tierra de la madre, añado-). Mi casa es mi trabajo, donde me desarrollo y evoluciono con tanta gente que tengo alrededor. Mi casa es… mi casa es muchas cosas. Mi casa son mis amigos. Mi casa son mis amigos porque cuando estoy entre ellos no noto aristas sino tercipelos.
Mi casa es mi moto. Dejo esto último para el final. No es lo más importante, no se vaya a pensar la Carabela que es mi ojito derecho porque no lo es. En mi vida hay una categorización bien clara: la favorita, la predilecta y la preferida. Ellas tres saben quiénes son. Pero mi casa es mi moto. En ella soy yo, puedo ser como quiera o como pueda. Puedo ir, puedo volver, puedo ir a ninguna parte. Mi casa es mi moto y en ella puedo pensar y me siento libre de pensar. A veces, cuando voy en la moto, pienso si voy a escribir o no voy a escribir sobre esa experiencia. A veces lo hago y a veces no. Hoy sí que lo escribo. He estado en uno de mis lugares mantra, Aldeanueva de Guadalajara, asomado al balcón del Matayeguas, que también es mi casa. Nadie lo sabe, pero ese balcón, en realidad, es mío. Tampoco quiero hacer publicidad de eso no vaya a ser que las autoridades me pongan inconvenientes, pero es mío, es mi casa. También es mi casa. Hoy he paseado hasta allí porque necesitaba sacudirme el polvo de mis sandalias.
Como en casa, en ninguna parte. En casa, en mi casa, en mis casas, es donde me encuentro bien, es donde puedo ser, hacer y decir. Ser, hacer y decir. Ser, hacer y escribir. Como en casa, en ninguna parte.
Deja una respuesta