
Se dice que las emociones tienen tres tipos de componentes: los componentes fisiológicos, que son involuntarios, los componentes cognitivos, que pueden ser conscientes o inconscientes, y los componentes conductuales, que son los que afectan al comportamiento. Hay, por tanto, diferentes tipos de emociones.
Tras la ruta a la Peña de Francia he vuelto emocionado y tengo dentro un cúmulo de cosas que no sé describir ni gestionar, y no estoy muy seguro de saber con certeza qué es lo que pasa cuando experimentas tantas cosas en tan poco tiempo. Por eso se me ha ocurrido hablar de las emociones e intentar, modestamente, desentrañar este misterio. Para ello voy a describir, desde un punto de vista nada científico, los diferentes tipos de emociones.
Las emociones primarias son las que experimentamos en respuesta a un estímulo y son seis: tristeza, felicidad, sorpresa, asco, miedo e ira.
Después vienen las emociones secundarias, que son las que experimentamos como consecuencia de haber pasado por una de las emociones primarias. O sea, que si experimentamos miedo después podemos sentir amenaza o enfado, por ejemplo. El origen de estas emociones secundarias está en las normas sociales y morales.
Las emociones positivas dependen del grado en que se altera nuestro comportamiento y afectan positivamente al bienestar de la persona. Favorecen la manera pensar y de actuar. Por ejemplo, la alegría, la satisfacción, la gratitud.
Las emociones negativas son opuestas a las emociones positivas porque afectan negativamente a nuestro bienestar, por ejemplo, el miedo o la tristeza. En pequeñas dosis no son perjudiciales y gracias a ellas nuestra memoria nos ayuda a recordar las consecuencias que tienen ciertos comportamientos.
Las emociones ambiguas o neutras no provocan ni emociones negativas ni positivas, por ejemplo, la sorpresa no nos hace sentir ni bien ni mal.
Las emociones estáticas son aquellas que se producen gracias a distintas manifestaciones artísticas, como por ejemplo la música o la literatura. Si escuchamos una canción podemos sentirnos felices o tristes, pero no es igual que la felicidad o tristeza que podemos sentir en un contexto de realidad.
Las emociones sociales son las que sentimos cuando hay otra persona de por medio, por ejemplo, la venganza, la gratitud, el orgullo o la admiración.
Las emociones instrumentales son las que sentimos con la idea de alcanzar un objetivo. Son emociones que forzamos en un momento dado para conseguir ese objetivo que nos proponemos, por ejemplo, nos hacemos los valientes.
Quiero cerrar esta pequeña lista con una emoción más: la emoción Harley-Davidson. Yo puedo certificar que conducir una moto es algo emocionante en sí mismo. Conducir la Suzuki Marauder GZ250 fue una gran experiencia pero conducir la Sportster Iron 883 es otra cosa porque suscita en el piloto cosas que no afloran con la Suzuki. Conducir una HD, en mi opinión, hace que experimentes cosas que no se experimentan en otras motos, aunque supongo que los propietarios de BMW, Royal Enfield o Ducati pueden decir lo mismo de sus máquinas, y me parecerá bien. Lo cierto es que, en mi opinión, conducir una Harley tiene un noséqué que qué sé yo.
Al hilo de todas estas descripciones se me ocurre hacer el ejercicio de verter una serie de palabras en cuya suma se encuentre lo que siento. Voy a ver si soy capaz.
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