El ruido o el sonido

IMG_0028Dice Google que el ruido es un sonido inarticulado sin ritmo ni armonía y confuso. También dice que sonido es la manera especial y propia de sonar que tiene una determinada cosa.

El ruido, por tanto, es un sonido sin sentido, que no es lo mismo que sin razón, porque hay cosas que hacen ruido con todo el sentido del mundo: el famoso árbol que se cae y nadie lo oye, el plato que se rompe contra el suelo o el desorden acústico de la casa cuando se llena con los impúberes amigos de las niñas.

Joaquín Sabina dice que hay ruido de ventanas, ruido de tijeras, ruido de escaleras, ruido de tenazas, ruido de estaciones, ruido de amenazas, ruido de escorpiones, ruido de abogados, ruido compartido, ruido envenenado; ruido de platos rotos, de años perdidos, de viejas fotos, de cristales, de gemidos y ruidos animales. Hay ruido mentiroso, ruido entrometido, ruido escandaloso y ruido silencioso. También lo hay acomplejado, introvertido, del pasado, descastado, de conjuros, malnacido, oscuro. Ruido insatisfecho, de sables, enloquecido, intolerable, incomprendido. Y, además, lo hay de frenazos, sin sentido y de arañazos. Lo cierto es que yo, a Sabina, le creo. Le he creído siempre por lo que no tengo ninguna duda de que esta es la lista oficial de los ruidos de Madrid.

El ruido es un sonido que no tiene articulación consciente. Se puede provocar un ruido, pero no se le puede dotar de estructura consciente ni lógica por lo que queda lejos de la armonía de la que habla Google. Normalmente el ruido no gusta.

El sonido es, por otra parte, esa manera especial y propia de sonar que tiene una determinada cosa. Es decir, es algo que caracteriza a esa determinada cosa que suena: el teclear del ordenador, el cerrar de la ventana, el timbre del microondas tras el minuto en el baño. El sonido pertenece a la cosa que lo produce, lo califica, lo completa con su sentido.

Toda esta digresión, amigo lector, viene a un santo que he ido observando en las últimas semanas. La marca Harley-Davidson siempre ha presumido del sonido de sus motocicletas. A decir verdad, quizá será más fuerte, más intensa y más extendida esa presunción por parte de los propietarios y fans de la marca. El sonido Harley es todo un mito, es parte de la leyenda, es una marca auditiva que para los expertos está a la altura de la marca visual que representa el Bar Shield.

El sonido de las motocicletas de la MoCo, en realidad, son los sonidos de la MoCo. Los antiguos motores de las primeras máquinas debieron sonar, forzosamente, de manera muy distinta a como suenan los últimos motores de inyección. Yo solo tengo referencias acústicas de motos relativamente modernas, es decir, desde las últimas motos de carburación hasta el motor Milwaukee 8. Y el de mi Carabela y el de mi Cabezota, además de sus amigas Maltratada, Clementina y Caprichosa. Y alguna más. Todos ellos son muy diferentes. El de mi Cabezota (Iron 883 de 2016), por ejemplo, es muy serio. Sale escondido bajo un gravísimo soplido constante que lo arropa por la parte de afuera. Si lo comparo con el sonido de Clementina se observan enormes diferencias porque Clementina (Super Glide del 93) suena a golpes de metal contra metal, de metal grueso contra metal fino. La Caprichosa se acerca al eco de Clementina y está en su mismo timbre aunque se expresa de manera mucho más discreta.

Pero hay algo que comparten todas las motos que he citado y todas las otras Harley-Davidson que he conocido. Todas ellas, cuando están paradas, al ralentí, dejando de lado el acelerador, cuando el motor ya está calentado, todas ellas, digo, presentan una característica que he creído reconocer: es el ritmo desacompasado. Me imagino una partitura musical en clave de sol, con un compás de cuatro por cuatro, y la cosa no cuadra. La lógica de la mecánica parece que no funciona como debería funcionar un invento del hombre occidental. La cadencia se rompe cada dos por tres y se tropieza, se trastabillea como un bailarín que no sabe. El ritmo que creías percibir se rompe a los pocos segundos y aparece una cesura que no cabe en ese compás. Y cuando creemos que se recupera el asunto, el bailarín se vuelve a equivocar.

El sonido -los sonidos- Harley-Davidson, esa manera especial y propia de sonar que tienen las motos de esta marca, bien podría asimilarse a la definición de ruido, es decir, a la idea de un sonido inarticulado sin ritmo ni armonía, y confuso. Pero claro, luego vienen los gustos propios y los ajenos. Y un poco más adelante, si seguimos por esa senda, nos encontramos con lo emocional y su propia verdad. Y si damos un paso más… nos encontraremos con las quejas de los vecinos o con los amigos de la ITV.

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Un comentario sobre “El ruido o el sonido

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  1. Pues a mi particularmente, en medio de mi cuadriculada existencia, es el único RUIDO que me gusta y llena de algo muy parecido a la euforia….

    Por cierto, enhorabuena por tu blog! Me encanta leerte.

    PrrrrrrPrrPopPop (onomatopeya del ronroneo HD) 😉

    Me gusta

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