
Los coches esperan que me filtre en el atasco. Como el coche espera que me filtre, al ponerse en movimiento, se me acerca por detrás. Se acerca mucho porque espera que me meta entremedias y me vaya, pero no, no me voy. Me quedo esperando como los demás. Y el coche se sorprende porque mi comportamiento no es el esperado, porque el coche sabe que las motos siempre se filtran.
Los coches esperan que les adelante a toda velocidad, incluso en prohibido. Como el coche sabe que una moto es igual a velocidad, al ponerse en movimiento, espera que yo salga disparado con una arrancada parecida a la de un Fórmula 1, y como cree que eso va a ser así, él se siente libre de acelerar sin límite, pero tiene que levantar el pie porque se me come, porque yo no he arrancado como un Fórmula 1. El coche espera algo que, en mi caso, no se produce. Me quedo en mi carril como los demás, tras el coche que va delante. Y el coche se sorprende porque mi comportamiento no es el esperado, porque las motos siempre arrancan a toda velocidad.
Los coches esperan que me salte el stop. Como el coche sabe que la moto es rebeldía y frontera de la ley, al llegar al stop espera que me lo salte. Es muy posible que el propio coche no tenga intención de hacer la parada porque stop, en realidad, significa ir muy despacio, de la misma manera que silencio significa hablar bajito. Pero yo paro, y pongo el pie en el suelo y sí, no viene nadie, pero el coche no entiende por qué paro si no viene nadie, y la señal de stop queda en ridículo porque la señal, en realidad, significa que te pares solo si viene alguien. Me quedo parado en la señal y arranco, y el coche se sorprende porque mi comportamiento no es el esperado, porque las motos siempre se saltan los stop.
Y es que el tráfico es algo curioso. Es la forma que tenemos de relacionarnos entre nosotros cuando utilizamos medios de transporte. El tráfico, para ser ordenado, necesita de un montón de normas que aseguren o, al menos, faciliten esa relación. No sé si hay un ámbito de la vida humana civilizada que esté tan regulado como el tráfico. Hay normas para todo y nada se deja al azar y, aunque todos conocemos esas normas -todos…, conocemos…- parece que, al movernos por calles o carreteras, nos ponemos el código de la circulación delante de las narices y vamos apuntando todo lo que los demás van haciendo mal, porque nadie conduce mejor que yo.
Alberto Martínez, que trabaja en el Área de movilidad y seguridad vial de la Fundación RACE, tiene un blog que se llama https://movilidadactual.wordpress.com. En ese blog podemos aprender un montón de cosas sobre el tráfico y la seguridad vial. ¿Aprender? Pero… ¿te has vuelto loco? ¿No sabes que tengo carné de conducir desde 1987?
Amigo motero, los coches no esperan que cumplas las normas, no entienden que no vayas a toda velocidad por encima de cualquier límite, no esperan relacionarse contigo porque tú estás fuera del sistema ya que las normas no son para ti y, además, eres invisible. Amigo motero, amigo invisible.

Hola. Me siento totalmente identificado con tu escrito «Amigo motero, amigo invisible». Tengo 51 años y he llegado a las motos hace tres, y mi mente y mi cuerpo me hacen conducir como has descrito, pero muchos conductores ( y conductoras) no lo entienden.
Saludos.
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