
¿Qué pasa si llegas al final del camino? Vas por ahí, se acaba la carretera, ¿y qué haces? Digo esto porque es que hoy se me ha acabado la carretera. Salía yo tan a deshora como siempre, que cuando vuelvo salen los demás moteros, y tenía una idea random de lo que quería hacer, que luego no lo he hecho, y se me ha cruzado el cruce de Torrebeleña en mitad del camino, y le he hecho caso. Creo que nunca había estado en Torrebeleña, que tiene cuarenta habitantes y que sale en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar que Madoz publicó en 1850, obra en la que describe todas las poblaciones de España. Que ya no es pueblo, que hace poco se lo tragó Cogolludo. O sea, que a Torrebeleña también se le ha acabado la carretera después de no sé cuántos años.
Las carreteras se acaban. El lector ha podido leer, intuir, en los últimos escritos que he visto cómo se han ido acabando otras carreteras cerca de mí. Lo cierto es que las cosas que no acaban en muerte no merecen la pena. Las cosas no merecen la pena si no te va la vida en ellas. Como lo de casarse, que se acaba cuando uno de los dos casca. O como lo de tener hermanos, que también se acaba. O como lo de ser soldado, o lo de ser torero o lo de ser motero, que puede acabar en muerte en cualquier momento. Ahí es donde hay verdad, ahí es donde el final del camino -donde la muerte- se te presenta. Y digo yo que si morir es el final del camino, seguro que merece la pena buscar y transitar por un camino que merezca la pena porque pase por sitios preciosos y te haga acompañarte de personas amorosas.
Siendo así, cojo mi moto y me acompaño de personas valiosas y busco una carretera estupenda. ¿Y si se acaba como hoy la carretera, y veo que ya no puedo seguir por ahí? Entonces, ¿qué hago? Pues yo creo que la respuesta es fácil. Si vas por un camino que se te acaba, cambia de camino. Busca otra senda, busca otro asfalto, busca tierra, busca arena, busca algo para lo que estés preparado, o prepárate para hollar esa nueva senda. Haz algo por la vida y cambia de ánimo, cambia de moto, cambia de pantalones, cambia de ojos, cambia de cabeza y sigue ese nuevo camino que, sin duda, acabará en muerte, como todos los caminos del mundo, porque solo hay verdad en las cosas que acaban en muerte, que las cosas de mentirijillas acaban en nada que merezca la pena. Solo hay verdad en las cosas que aceleran el corazón.
Amigo motero, amigo lector, si tu moto no te acelera el corazón, si tu carretera no te ofrece nada épico, si tu sonido no te rompe los cristales del corazón, entonces, amigo motero, amigo lector, mal asunto, porque eso significa que no vas de cabeza a la muerte, que la muerte es vivir un poco cada día sabiendo que, cuando se te acabe la carretera, te esperan con los brazos abiertos, que Dios es así.

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