¡Han caído!

La abuela Gregoria tenía en su cuarto una lámpara de anea. No era una lámpara muy tupida sino todo lo contrario. Se veía perfectamente la bombilla de 60 vatios y, como el conjunto no debía ser muy pesado, no gozaba de una verticalidad plena ya que, probablemente, esos cables azul y marrón que conducían la corriente de 110 voltios eran más recios que el esfuerzo que suponía para ellos mantener la lámpara a plomo. 

La lámpara de la habitación de la abuela protagoniza uno de los capítulos -una de las series- de mi infancia. Aquella serie tenía lugar los sábados por la mañana. Todos nos apretábamos contra la puerta de la abuela y gritábamos: -¿Han caído? Y cuando Gregoria ya estaba lista, vestida de negro, con sus gafas de pico bien puestas y con su pelo blanco perfectamente peinado y fijado, abría la puerta y decía: -¡Han caído! Y entonces nos repartía los caramelos que habían caído de la lámpara. Caían caramelos violeta. Los conocedores de la bombonería La Pajarita de Madrid saben a qué me refiero. Probablemente cualquier lector sepa a qué caramelos me refiero. La abuela Gregoria, por medio de su lámpara de anea, nos ilusionaba cada mañana de sábado con un regalo: un caramelo -nada- con forma de violeta, la flor más sencilla que te puedas echar a la cara. Nada, una simplicidad, un casi nada. Cada sábado lo mismo.

Hoy también es sábado, y como la abuela Gregoria está criando malvas desde 1977 y ya no está para que vayamos a darle la tabarra, he ido al mar a ver si habían caído. La verdad es que muchos sábados me doy la vuelta a la manzana del presidio a ver si han caído. Unas veces caen y otras no, pero hoy… han caído. He sacado la moto y he puesto michelines a la playa y me he parado en la explanada y no me ha hecho falta esperar mucho para ver cómo empezaban a caer los rayos del sol por entre las nubes. Hoy han caído, he pensado. No tiene precio la simplicidad del amanecer.

Amanecer en moto bajo la lámpara de anea del cielo es una simplicidad, una nada, una violeta. Y subir al mirador a rebañar lo que queda es otra nadería pero es que, amigo lector, mi vida no es más que un conjunto de naderías, porque vaya misterio que tiene sacar la moto un sábado, vaya misterio tiene ver un amanecer, vaya misterio tiene hacer fotos, vaya misterio tiene escribir en un blog. Sí, cierto, no tiene ningún misterio, nada de eso es trascendental como tampoco eran trascendentales las violetas que caían, pero en ese ser intrascendente de la vida encuentro un rayo de Sol cada día que me dice cosas que me encantan y que tienen una fuerza transformadora.

3 comentarios sobre “¡Han caído!

Agrega el tuyo

  1. Maravilloso el post de hoy. Esas cosas simples que llenan la vida porque son maravillosas. Me entristece pensar en toda la gente que se las pierde o no las disfruta precisamente por eso, porque son sencillas y siempre están ahí. No dejes nunca de disfrutar.

    Le gusta a 1 persona

  2. Muy bonito texto, fotos, ruta y moto. Enhorabuena Jose Maria. Que importante es la ilusión de los niños…por los Reyes Magos, las sorpresas etc…y cuando nos hacemos mayores la ilusión por las pequeñas cosas. El que tiene huerta serán sus tomates y los que nos gusta la moto, una bonita ruta disfrutando del paisaje, aromas y luces ..algo simple.. pero que te llena de alegría. Gracias por compartirlo, y por hacernos disfrutar leyendo tus post. Que ilusión cuando veo que hay uno nuevo.

    Me gusta

Deja un comentario

Un sitio web WordPress.com.

Subir ↑