
Llevar un GPS en la moto te puede facilitar las cosas. Te las puede facilitar o te las puede complicar porque el que ha hecho el GPS y los mapas y la conexión 3G, 4G y 5G, y el que ha hecho los mapas offline ha recorrido el mundo entero apuntando, midiendo y fotografiando todo lo que se ha ido encontrando… Siempre es un asunto polémico este de los navegadores.
Luego están los que hacen como yo que, en lugar de comprar el GPS que te vende BMW por unos cuantos cientos de euros, y que seguro que funciona de la muerte y que seguro que no se pierde, ponen el telefonino y abren Google Maps, que lo ha hecho un tipo que ha recorrido el mundo entero apuntando, midiendo y fotografiando todo lo que se ha ido encontrando. Pero claro, el telefonino es de última generación y tiene acelerómetro estabilizadoroso y tiene superbalanceador y tiene sensores por los lados y por todo el medio, aparte de neverita y campo de golf en la parte trasera. Rutear con el telefonino puesto puede destrozar esos sistemas. De hecho, ya me ha pasado una vez. No sé si por el sol, si por el frío, si por la vibración, si por los baches o si por el cambio climático, lo cierto es que el anterior telefonino se me murió porque no reaccionaba, se quedó sin sístole, se quedó sin diástole y, por último, se quedó sin sonido. Y ya se sabe, a rey muerto rey puesto. El nuevo teléfono iba a ser de la misma familia “mordida” pero con más alantos todavía. Del once pasé al catorce.
Como ya he dicho, yo no tenía ninguna intención de comprar el GPS que te vende BMW por unos cuantos cientos de euros y que seguro que funciona de la muerte y que seguro que no se pierde, por lo que recurrí al mercado alternativo hasta que encontré lo que necesitaba; una pieza que hiciera que mi flamante móvil pudiese viajar conmigo con el Google Maps puesto, ese que ha hecho un tipo que ha recorrido el mundo entero apuntando, midiendo y fotografiando todo lo que se ha ido encontrando. Esa pieza se adaptaba perfectamente a la instalación que venía puesta en la Marifácil. Solo era cuestión de quitar una tapadera protectora y conectar el nuevo invento fabricado por Haudang a base de acrilonitrilo butadieno estireno. Y así fue como quedó el asunto.
Todo funcionó perfectamente hasta que se me rompió la lengüeta que sirve para tirar del tirador y poder meter el telefonino en su lugar. Se me rompió la lengüeta que sirve para tirar del tirador porque esa lengüeta tiene pinta de no estar hecha de acrilonitrilo butadieno estireno sino de goma. En un arranque de ingenio le puse una brida, y asunto concluido.
Pero claro, las dificultades continuaron apareciendo. Una vez que compré el móvil nuevo, el catorce, y lo fui a poner en su alojamiento, resultó que las patillas de la pinza que aprieta el telefonino contra la caja, que tiene unos muelles, esa pinza de la que hay que tirar desde la lengüeta de goma, esa lengüeta poco duradera, que ahora retiro con una brida, resulta, digo, que la patilla de la izquierda toca justo en el botón que tiene el catorce para bajar el volumen. El botón se queda permanentemente apretado. Y hasta ahí podíamos llegar, porque yo no me había comprado un telefonito nuevo para viajar apretado por una patilla maleducada. De hecho, en el viaje a Marruecos ha habido dos motivaciones para no llevar puesto ese móvil: la primera, que no se le estropeasen el acelerómetro estabilizadoroso, el superbalanceador y los sensores que tiene por los lados y por todo el medio, y la segunda, que no iba a permitir que fuese todo el tiempo con un botón apretado. La alternativa fue llevarme un MI viejo que no tenía problemas de apreturas ni de acelerómetros.
Hoy he decidido plantar cara a Haudang. Tras darme un garbeo mañanero me he subido la pieza de acrilonitrilo butadieno estireno y he hecho una modificación para que las cosas funcionen bien. Le he sacado un filete gordo a la goma que recubre la patilla izquierda, que es la que aprieta conta el botón. Ese filete gordo lo he sobrepuesto sobre la patilla derecha y lo he pegado con una gota del Loctite que Enrique se dejó olvidado, de tal manera que ahora el catorce se queda perfectamente fijo, no por el apriete de las dos patillas sino por el apriete de una sola patilla, cuyo muelle tensor no las obliga tanto como para que el hierro que ha quedado visto roce siquiera el botón del móvil.
Ya ves, amigo lector, que lo de ir en moto tiene un entretenimiento, y ese entretenimiento puede ser tan amplio como quiera el motero. Me ha parecido una buena solución, y si un día fracasa el asunto, pues buscaré otra solución que no sea un invento fabricado por Haudang a base de acrilonitrilo butadieno estireno.



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