
A cuatro grados o menos rodar es fastidiado. Al menos, con la ropa que yo tengo. Imagino que con ropa más cara o más especializada se podrá rodar en buenas condiciones. Pero con lo que tengo, a esa temperatura o menos, rodar puede ser un verdadero sufrimiento. Así que, de momento, para rodar con lo que tengo, lo más inteligente es salir más tarde. Lo digo porque hoy he salido a las ocho con el sol quitándose las sábanas. Ya en Alcalá el astro tocaba calzada, y algo se ha dejado notar. Otro truco es no pasar de ochenta o noventa, que es cuando parece que el aire frío no tiene fuerza para traspasarme los cueros.
Hoy había quedado con un amigo, con Leif Sagas, para llegarnos a Remedios. El asiduo lector recordará que la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios está en Colmenar Viejo (Madrid), en la carretera que sale hacia Guadalix de la Sierra. Remedios tiene de bueno el paisaje, el entorno y el corazón mariano que abre sus brazos a tanta gente.
Tras tomarnos un café en la Scozor Square hemos puesto morros a la carretera. La Clementina y la Cabezota, hermanas mayor y pequeña respectivamente. Sisí Emperatriz y Clara Delevigne hermanadas por su escudo y por su sonido. A la vuelta he tomado hacia Torrelaguna. A esa hora el sol ya estaba entero y el viaje ha sido estupendo. Dan gusto los diez o doce grados de las once con el sol delante y sin coches que estorben. Da gusto.
Hemos hablado, hemos reído. Incluso me he puesto las pilas. Hemos hablado sobre cada uno y sobre los amigos. Total, ir hasta allí… para nada. En mi caso, ciento sesenta y cuatro kilómetros tirados por la ventana. Perdidos. Un depósito de gasolina casi entero. Y todo por hablar con un amigo… Pues sí. El que suscribe hace tonterías como ésta que narro en este post. Tonterías con sentido. Tonterías en moto.


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