Vete a ver a tu padre

Que la emoción de la moto no te haga perder la cabeza. Que la emoción de la moto no te haga fracasar el cuerpo. Que la emoción de la moto no haga estragos en tu espíritu. Si vas en moto no puedes perder la cabeza, no te puede fallar el cuerpo y no puedes perder la serenidad de espíritu. Si llevas una emoción de las gordas en tu corazón, entonces pueden pasar cosas. Todo puede volverse complicado y hasta peligroso. Por eso, cuando vas en moto, es mejor olvidarse de las emociones.

Acabo de escribir el primer párrafo y ya me he arrepentido de ello, porque todo lo que he escrito no es más que… no es más que cabeza. Es todo normativo, es todo sentido común. Las cosas como son, las cosas con prudencia, rodar con todo controlado y con todo calculado. Y como no me ha gustado, voy a repetir el párrafo enterito, corregido:

Cuando vayas en moto pierde la cabeza porque para no perder la cabeza te coges el coche. Para no perder la cabeza no te haces cientos de kilómetros para comerte un bocadillo de atún con tomate asomado al balcón del Strait ni te arropas como un cosaco frente a la humedad condensada en el aire. Cuando vayas en moto deja que la emoción que llevas en el corazón se te salga por los puños mal abrochados y deja que coloree el paisaje para que se vea borroso, indefinido, sugerente, y pinta un Monet.

Cuando vayas todo emocionado en moto sacude el polvo a tu espíritu y póntelo delante, pegado a la pantalla así, que se vea, y deja que tiemble y que se cague de frío y que se emborrache de sol y de nubes y de bruma, y que le dé un par de lecciones a la cabeza que está todo el día midiendo las palabras y haciendo cosas de mayores que son aburridas y que no sirven más que para que todo vaya bien.

Cuando vayas en moto, con el corazón lleno de agradecimiento, vete a ver a tu padre.

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